352. Rabí Aba le dijo: ‘Bien has hablado. ¿De dónde sacaste esto?’. Él respondió: ‘Lo he estudiado. También aprendí que esta mala herencia del espíritu de impureza la adquieren todos sus hijos si no recurren a la penitencia, pues nada puede impedir el arrepentimiento. Así lo he aprendido. Esta cura, ES DECIR, EL ARREPENTIMIENTO, me fue dada una vez, cuando mi rostro estaba marcado. Un día, iba caminando y me encontré con una persona meritoria, y gracias a ella se me borró la marca del rostro. Me preguntó mi nombre. Respondí Elazar. Me anunció que era un Elazar diferente’. Rabí Aba le dijo: ‘Bendito sea el Misericordioso porque te he conocido y merezco verte lograr esto. Bendita sea tu parte en este mundo y en el Mundo que Viene. Fui yo quien te encontró’.
Comentario de Zion Nefesh:
Continuación del ZD anterior
#352
Rabí Aba le dijo: ‘Bien has dicho. ¿Dónde aprendiste esto?’. Él respondió: ‘Así he aprendido. Y he aprendido que esta mala herencia —el espíritu de impureza— es heredada por todos sus hijos si no se arrepienten, pues no hay nada que se interponga ante el arrepentimiento. Y esto también he aprendido: que este remedio, es decir, la Teshuvá (arrepentimiento), me fue dado una vez cuando fui marcado en el rostro. Un día, andaba por el camino y me encontré con cierto hombre Justo, y a través de él, esa marca me fue quitada. Me preguntó: “¿Cuál es tu nombre?”. Le dije: “Elazar”. Y proclamó sobre mí otro Elazar’. Rabí Aba le dijo: “Bendito sea el Misericordioso porque te he visto y he merecido verte así. Feliz es tu porción en este Mundo y en el Mundo que Viene. Yo soy quien te encontró’.
Notas:
El Zohar enseña aquí que incluso una mancha espiritual grave puede sanarse mediante el arrepentimiento sincero (Teshuvá), que no solo purifica el alma, sino que también transforma su legado espiritual. La historia también revela la profunda conexión entre la mentoría espiritual, la Misericordia Divina y la transformación personal, y afirma que ninguna impureza está exenta de corrección cuando se encuentra con la verdadera reconciliación y la gracia Divina.