179. Ese hombre fue a esa cueva con su hijo y lo dejó allí. Cuando su padre salió a atar su asno, salió una columna de fuego humeante que golpeó a SU HIJO en la cabeza, matándolo. Cuando su padre entró, lo encontró muerto. Tomólo a él y a su asno y se fue. Otro día después encontró a Rabí Itzjak, Rabí Iehudá y Rabí Jizkiá caminando. Él lloró delante de ellos y les contó lo sucedido. Rabí Itzjak dijo: ¿No te dije muchas veces que está prohibido ir allí? Bendito el Misericordioso, cuyas obras son verdaderas y cuyos caminos son justos. Felices los justos que recorren el camino de la verdad en este mundo y en el Mundo que Viene. De ellos está escrito: «Pero la senda de los justos es como la luz de la aurora…» (Mishlé/Proverbios 4:18).
Comentario de Zion Nefesh:
Continuación del ZD anterior
#179
Ese hombre fue con su hijo a esa cueva. Dejó a su hijo en la cueva. Mientras su padre salía a atar su asno, salió una nube de fuego que golpeó a su hijo en la cabeza y lo mató. Mientras tanto, su padre entró y lo encontró muerto, lo tomó a él y a su asno y se fue.
Más tarde, un día después, se encontró con Rabí Itzjak, Rabí Iehudá y Rabí Jizkiá que iban caminando. Lloró delante de ellos y les contó lo ocurrido. Rabí Itzjak dijo: «¿Y no te dije muchas veces que está prohibido ir allí? Bendito el Misericordioso, porque todas Sus obras son verdad y Sus caminos son justos. Bienaventurados los justos que caminan en el camino de verdad en este mundo y en el Mundo que Viene, y sobre ellos está escrito:
Mishlé/Proverbios 4:18
«Pero la senda de los justos es como la luz de la aurora, que se va aumentando en resplandor hasta que el día es perfecto”