Traducción alEspañol: Daniel Schulman
859. Y por esta razón, todos los Nombres son apelativos de Él, después de Sus obras. De modo tal que Él creó el alma a Su semejanza, que es así llamada siguiendo sus acciones en cada una de las partes del cuerpo, que en sí mismo es llamado ‘un mundo pequeño’ Así como el Señor del Universo se comporta con cada criatura en cada generación de acuerdo con sus obras, así también es el alma acorde con los actos de cada parte. Esa misma parte del cuerpo con la que se observa un precepto es llamada ‘alma’ a causa de la compasión, la bondad, la gracia y la misericordia QUE SE ACTIVAN EN SU CUERPO. Y esa parte de su cuerpo con la cual se comete una transgresión es llamada ‘alma’ por el juicio, el enojo y la ira QUE ESTÁN ACTIVOS EN SU CUERPO. Pero alejándose del cuerpo, ¿por quién puede haber compasión o crueldad DEBIDO A LOS ACTOS DEL CUERPO?
860. Así, también, por quién podría el Señor del Universo haber sido denominado ‘Misericordioso’, ‘Bondadoso’ o ‘Juez’ antes de que Él creara el mundo y creara a Sus criaturas? Así todos Sus nombres no son más que denominaciones, y Él es llamado así solo después de las criaturas del mundo. Por lo tanto, cuando los miembros de la generación son buenos, es decir, Él es llamado por ellos Iud Hei Vav Hei en el atributo de la Misericordia. Pero cuando los miembros de la generación son malvados, Él es llamado por ellos ‘AD’NI’ en el atributo del Juicio. Porque él es LLAMADO después de la cualidad de cada generación y de cada persona, pero Él Mismo no tiene una cualidad ESPECÍFICA y no tiene ningún nombre específico.
Traducción al Hebreo:
860. אַף כָּךְ אֲדוֹן הָעוֹלָם, קֹדֶם שֶׁבָּרָא אֶת הָעוֹלָם וּבָרָא בְּרִיּוֹתָיו, לְמִי נִקְרָא רַחוּם וְחַנּוּן אוֹ דַּיָּן? אֶלָּא כָּל הַשֵּׁמוֹת שֶׁלּוֹ הֵם כִּנּוּיִים, וְלֹא נִקְרָא בָּהֶם אֶלָּא עַל שֵׁם בְּרִיּוֹת הָעוֹלָם. וּמִפְּנֵי זֶה, כַּאֲשֶׁר בַּעֲלֵי הַדּוֹר הֵם טוֹבִים, הוּא נִקְרָא אֶצְלָם יְהֹוָ”ה, בְּמִדַּת הָרַחֲמִים. וְכַאֲשֶׁר בַּעֲלֵי הַדּוֹר הֵם רְשָׁעִים, נִקְרָא אֲדֹנָ”י, בְּמִדַּת הַדִּין. לְכָל דּוֹר וּלְכָל בֶּן אָדָם כְּפִי מִדָּתוֹ. אֲבָל לֹא שֶׁיֵּשׁ לוֹ מִדָּה וְלֹא שֵׁם יָדוּעַ.
Comentario de Zion Nefesh:
Traducido por Sebastián Palén
El mundo fue creado con las letras Hebreas, que son los componentes básicos de todo en el universo. Todo lo que se encuentra debajo de nuestras narices o a miles de millones de años luz de distancia, lo que podemos nombrar o medir es parte del nivel de Maljut. La Luz Infinita sostiene todo a través de sus nombres.
Bereshit/Génesis 1:1
“En el comienzo creó Elokim el (‘Et’)”
La Alef y la Tav que forman la palabra ‘Et’ son la primera y la última letra del Alef Bet. Aprendemos que Hashem primero creó las letras Hebreas. Estas eran ‘agentes’ del Infinito para crear/formar el mundo físico.
La cuarta palabra de la Torá es ‘Et’ y representa el mundo de la Acción, ‘Asiá’, que es Maljut.
Bereshit – En el comienzo, Atzilut (Emanación) – Iud – Keter y Jojmá
Bará – Creó – Briá (Creación), Hei, Biná
Elokim – Ietzirá (Formación), Vav, Zeir Anpin
ET – el (con y) …, Asiá (Acción), Hei, Maljut
La tabla anterior nos enseña que las letras son parte del mundo de la Acción, Maljut.
En el tercer versículo Hashem utiliza las letras para revelar la Luz en Su creación. “Y dijo Elokim: ”Haya luz“
La Cabalá nos enseña que las letras definen todas las vasijas en la existencia. Todo lo que tiene un nombre es una vasija para la Luz Infinita. Eso incluye a los diferentes Nombres de Hashem que encontramos en la Torá. Iud-Hei-Vav-Hei, Elokim Shadai y todos los otros revelan diferentes aspectos de la Luz Infinita. Ellos proveen diversas fuerzas que nos ayudan en la corrección de nuestras almas que fueron moldeadas por nuestras acciones pasadas.
Malají/Malaquías 3:6
“Porque Yo, Hashem, no cambio”
La Luz que está en la vasija es siempre la misma, pero se revela y se percibe según la propia vasija.
Cada parte de nuestro cuerpo contiene Luz. Si la utilizamos para acciones positivas y seguimos los preceptos que la Torá nos enseña, purificamos nuestras vasijas. La negatividad corrompe la imagen de Hashem (Árbol de la Vida) que está en nosotros.
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